25 mar 2012

La cuadratura del círculo

Tomé una circunferencia,
una regla y un compás,
y sin otro utensilio más,
me dispuse con paciencia

a un problema resolver
que, dada mi información,
nadie daba solución
pese a intentos mil hacer.

Era matemática pura
lo que debía aplicar
y del círculo lograr
la huidiza cuadratura.

Pasaron meses y años,
y tras arduas intentonas
se quemaron mis neuronas
por mis resultados vanos.

Y aunque le puse pasión
abordando tal problema,
se me planteó el dilema
de si abandonaba o no.

Cuando se lo consulté
a un amigo que era un sabio,
afloró risa en sus labios
y dijo con buena fe:


Ya lo intentaron los griegos,
en el medievo también
y después de lustros cien,
se emborronaron mil pliegos,

llegando a la conclusión
de que el problema de marras
se les subía a la parra.
¡No tenía solución!

Y dicho esto de pronto,
la desazón me invadió
y mi rostro se tornó
quedándome faz de tonto.

Hoy se sabe hasta la hartura,
que muy zote hay que ser
para intentar resolver
del círculo la cuadratura.

Cabizbajo y derrotado,
de todos fui el hazmerreír
y me dediqué a escribir
“Como ser un fracasado”

Libro del que se vendieron
tan solo cinco ejemplares:
Cinco fieles familiares
que de mí se compadecieron.

José M. Ramos. Pontevedra 25 marzo 2012

20 mar 2012

Cilindro, cono y esfera

 Érase una vez un cono
Que indignado se mostró
Porque un cilindro insultó
En desafiante tono.

Quiso terciar una esfera
Para el orden imponer.
Era cuestión de querer
Y que el cilindro cediera,

Disculpándose ante el cono
Que aún se encontraba agraviado,
Ofendido y humillado,
Siendo álgido su encono.

La esfera, amplia de miras,
Al cono le preguntó
Que fue lo que provocó
Su desaforada ira.

Y este le respondió
Que el cilindro con dos bases
Se creía con más clase
Creyendo ser superior.

Le dijo, desagradable,
Que si el vértice apoyaba,
Seguro que demostraba
Un equilibrio inestable.

Y al cono le insistía
Que en el vértice apoyado
Estaba desequilibrado
Y por los suelos caía.

Mas la esfera carecía
De vértices y de bases,
Les dijo de hacer las paces
Pues dos razones había.

Entre los tres existía
Un vínculo familiar
Y es que podían rodar,
Cosa que otros no hacían.


 A pesar de la belleza
Y a pesar de los pesares
Los poliedros regulares
No hacían esa proeza.

Y aquellos tres artistas
Se pusieron muy contentos
Porque eran elementos
Que no tenían aristas.

Y al indagar en su esencia,
En su área y su volumen,
Su alegría llegó al culmen,
Cuando pi hizo presencia.

Porque era el número pi
El que a los tres concedía
Relevancia en Geometría
Y les daba pedigrí.

Y los tres se fueron juntos
A su universo euclideano,
Pues casi eran hermanos
De un mismo padre presunto,

Pues su ADN contiene
Pi para demostrar
Su relación familiar
Y que el mismo origen tienen.



José M. Ramos. Pontevedra, 20 marzo 2012.

5 mar 2012

Desliz con una matriz


Ayer cometí un desliz,
un fallo de principiante,
hallando el determinante
de una sencilla matriz.

Solo sé que no sé nada,
como Sócrates decía,
y el determinante obtenía
de una matriz no cuadrada.

El profesor me miró
y extraña mueca me hizo,
porque hay que rizar el rizo
para hacer lo que hice yo.

Sin embargo en el momento
no me percaté del hecho,
y me quedé satisfecho,
orgulloso y muy contento.

Cuando las notas se hicieron
públicas en el tablón,
grande fue mi decepción
por el cero que me dieron.

En la clase el profesor
me dijo con ironía
que el error que cometía
era de arte mayor.

Me tildó de “pintamonas”,
y desde ese infausto día
me dije que estudiaría
hasta quemar mis neuronas.

Y ahora escribo a diario
estos absurdos poemas
en vez de enseñar teoremas,
axiomas y corolarios.

Aunque algo siempre obtengo:
Al mezclar con alegría
mates y poesía,
os juro que me entretengo.

Y aunque trato en buena lid
de competir con Quevedo,
sé que vencer nunca puedo
ni campear como el Cid.

Sería fenomenal
Con Góngora compararme
Y así poder olvidarme
Del cálculo matricial.

Ni por asomo me igualo
a poetas tan famosos
y aunque no soy horroroso
resulto un vate muy malo.


José M. Ramos. Marzo 2012